lunes, 7 de julio de 2014

Si su hija no estudia, por algo será


El 6 de Julio de 1535, Santo Tomás Moro tuvo que elegir entre renegar de sus principios y el martirio. Siguiendo el ejemplo de su ilustre paisano Santo Tomás Beckett, dijo un no a la tiranía cuyos ecos aún resuenan, después de cinco siglos, en la Torre de Londres.



El 6 de Julio de 2014, otra súbdita inglesa, de vacaciones en Mallorca, se acostó con veinticuatro desconocidos en una discoteca a cambio de un cubata por cuenta de la casa.
Cada uno pasa a la posteridad como puede.

Diría que me sorprende que, al día siguiente de concluir los fastos del orgullo gay, los mismos medios de comunicación que llevaban una semana recordándonos que cada uno hace con su cuerpo lo que le da la real gana, ahora se escandalicen porque una muchacha con pocas luces les ha hecho caso. Pero ¿a quién pretendo engañar? Ustedes saben tan bien como yo de qué pie cojea esta gente.

Líbreme Dios de decirle a nadie qué debe hacer o no con sus genitales. Aquí somos todos mayorcitos y cada uno sabe equivocarse solo. Sólo me atrevo a dar consejos en la materia a los hijos que no tengo, lo cual es una pista bastante elocuente de lo versado que estoy en tales asuntos.

Así pues, si en vez de visitar cualquiera de los parajes de ensueño que nos aguardan en las Pitiusas, una señorita se empeña en pasar sus vacaciones haciendo gimnasia horizontal delante de todo internet, me gustaría decir que no es mi problema.


Por desgracia, eso no me eximirá de pagar el tratamiento médico de las enfermedades venéreas a cuya propagación contribuye con demostrado entusiasmo. También saldrá de mi bolsillo el dinero que costeará los accidentes de tráfico que provocará nada más salir de la discoteca. Y no me digan que una mujer tan desesperada por un vaso de whisky de garrafón (si el dueño le diera del bueno, sería más tonto que ella) es una conductora responsable.

De su derecho al sufragio, mejor no hablamos. Porque si dijera lo que pienso de que personas como ella sean el caladero de votos por el que nuestros superiores desconocidos se pelean a puntapiés, acabaré utilizando expresiones que ofenderían a las lectoras decentes de este blog (valga la redundancia).

Por eso prefiero concluir el artículo de hoy con una meditación de Santo Tomás Moro, a propósito de lo poco que valoramos el tiempo que se nos ha dado en este mundo.
Quienes acaban en el infierno por haber llevado una vida descarriada, se dan cuenta entonces de lo insensato que es sufrir allí más por no haber querido menos placer aquí. Ahora confiesan su necedad y claman: “Nos extraviamos por la senda de la iniquidad.” Y sin embargo, cuando recorrían dicha senda, nunca hicieron un alto en el camino, sino que siguieron avanzando por ella sin descansar, agotándose con tal de alcanzar cuanto antes un placer infantil que en breve se iba. Tantos afanes y tantos sufrimientos, sin contar el sufrimiento imperecedero que vino después y del que ninguna ganancia se puede sacar. Así Dios me ayude, ¡tanto trabajan los hombres para comprar su pasaje al infierno cuando podrían comprar el que lleva al cielo por menos de la mitad!
Teófilo Hurtado Navarro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario