jueves, 10 de octubre de 2013

Manteca asada


Empezaré agradeciendo la gentileza de una de nuestras lectoras, autora de la foto que ilustra la entrada del día. (Sí, voces, este blog tiene lectoras de carne y hueso.) Tanto ella como yo habríamos preferido un tema más agradable, como una puesta de sol o unos perros jugando al póquer, pero como cronistas de la actualidad que somos, no nos queda más remedio que dejar constancia de la propaganda etarra que uno puede encontrar en las calles de Cáceres.



Sí. Han leído bien. En Cáceres.

Los habituales de esta página saben que una de las pocas cosas capaces de sacar de quicio al flemático Shemer Olufunmilayo es la apología del terrorismo iocandi causa. La defensa de la ETA sería nauseabunda en cualquier lugar de España, pero en Extremadura, el único adjetivo capaz de describir este despropósito es astracanada.

Puedo entender la lógica perversa del terrorismo. Pero con unas conexiones neuronales tan dañadas como las mías, tras décadas embistiendo cuanta pared se me ponga a tiro, confieso que está más allá de mi entendimiento lo que le pueda pasar por la cabeza a un miembro de la generación más preparada de la historia, como no se cansan de repetir los universitarios que se manifiestan con faltas de ortografía contra la reforma educativa, cuando va por los jardines pegando estos carteles.

Ahora que, si Dios no lo remedia, Estrasburgo está a punto de declarar que la doctrina Parot atenta contra los derechos humanos, quizá sea bueno recordar con otra foto que, si “su único crimen es hacer política,” la idea que algunos tienen de la política es bastante lamentable.

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