Me regañó esta mañana
una de las señoras decentes que leen este blog por llevar demasiado
tiempo sin publicar nada. Así que aprovecharemos la ocasión para
tratar un tema que nos interesa mucho a los linuxeros: ordenadores
con GNU/Linux preinstalado.
Pensemos lo que pensemos
de Mark Sutthleworth, el jefe de Canonical tenía más razón que un
santo cuando dijo que Linux nunca sería un sistema operativo de
masas mientras los consumidores no puedan ir a un centro comercial a
comprar un PC que ya lo traiga de fábrica. Aunque su instalación se
ha simplificado enormemente con los años (a menos que se empeñe
usted en usar cosas como Linux From Scratch, pero estas
distribuciones son tan arduas precisamente por estar destinadas a la
formación de ingenieros de sistemas), sigue siendo necesario elegir
entre varias versiones de Linux, descargar una imagen, grabarla en un
CD o USB, meterse en la BIOS para cambiar el orden de arranque, crear
una partición, instalar los códecs multimedia, etc. Por no hablar
del infierno de la UEFI y el Secure Boot. Pero no adelantemos
acontecimientos.
Aunque el amante del
software libre sabe muy bien que “freedom is not free” y acepta
estos sacrificios con resignación, la dura realidad es que el
españolito de a pie, si tiene que elegir entre libertad y comodidad,
elegirá siempre la comodidad. Y a poder ser, con colorines. ¡Vivan
las caenas!
Pues bien, Shemer
Olufunmilayo, después de varios años de búsqueda, por fin ha
conseguido el Sable Touch, un “todo en uno”
(sin torre ni nada, todo va integrado en el monitor), como ésos que
los niños ponen perdidos con sus huellas dactilares en las tiendas
Apple. (Hay una justicia en el cielo que está más allá de la de los hombres.) Y lo más importante, SIN UNA SOLA PIEZA DE SOFTWARE TIRANO.
Ni Windows ni Mac. Un ordenador de lujo con GNU/Linux y nada más que
GNU/Linux.
“No será para tanto”,
comenta una lúcida lectora de este blog a través de su iPhone de
última generación. Echemos un vistazo a los componentes del
cacharro, por si logramos convencerla de que se pase al lado luminoso
de la Fuerza.
Procesador: Intel Core de
4ª generación, i7-4770S, 3.1 GHz, 6 MB de caché, 4 núcleos con
Hyperthreading.
RAM: 16 GB (2x8), Crucial
Sport Dual Channel DDR3, 1600 MHz
Tarjeta Gráfica: Intel,
HD Graphics 4600
Disco Duro: 2 SSD mSATA,
de 240 y 480 GB. (Créanme, el silencio y la temperatura de los discos
duros de estado sólido compensan sobradamente la menor capacidad.)
Fondo de Escritorio:
Emily VanCamp. (Vale, esto se lo puse yo, más que nada para demostrar que me lo he comprado).
Pantalla: 21 pulgadas,
1920x1080, táctil.
Sí, han leído bien,
pantalla táctil. En Linux. Y funciona perfectamente. No es que yo
vaya a estar todo el día tocando los botoncicos, pero siempre hace
ilusión restregarle este detalle al listo de turno que dijo que
Linux nunca podría hacer estas cosas.
Lo que menos me gusta es
que la distribución de GNU/Linux elegida sea Ubuntu 13.10; como bien
sabrán los lectores habituales de este blog, Shemer Olufunmilayo
prefiere Fedora y Puppy en cualquiera de sus variantes. Pero
reconozco que Unity, el polémico entorno de escritorio desarrollado
por Canonical, funciona muy bien en dispositivos táctiles. Y no
tiene nada que ver con esa pesadilla de diseño que es Windows 8.
¿Y qué se puede hacer
con esto? Lo que más rabia les dé. Yo estoy aprovechando la
potencia de sus cuatro núcleos para pasar al disco duro mi colección
de DVD en un santiamén. Pero si les apetece echar una partida de
Half Life a través de internet con el cliente de Steam, antes
incluso de que Valve saque su nueva y genial consola basada en
Linux... Pues también se puede. Y muchas cosas más. Ya les iré
contando.
No todo es de color de
rosa. Aunque el ordenador en sí no es caro (para ser de gama alta),
los gastos de envío desde Estados Unidos son prohibitivos. Y de los
impuestos en la aduana, mejor no hablar. Un atraco a mano armada.
Pero... ¿Y lo a gusto que se queda uno sabiendo que los
sinvergüenzas de Cupertino y Palo Alto no han sobado ni uno solo de
los componentes de esta máquina maravillosa?
“Todo eso está muy
bien, pero yo no puedo permitirme esos dispendios”, protesta y con
razón el lector idealista pero sin posibles. Por desgracia, la gran
mayoría de linuxeros no tendrán más remedio que seguir comprando
ordenadores con windows o mac de fábrica. Lo que no sólo encarece
el producto la friolera de trescientos o cuatrocientos euros, sino
que (debido a la diabólica UEFI y el timo del Secure Boot), no hay
manera de instalar el sistema operativo que queramos en máquinas
recientes (cualquiera que lleve Windows 8). Así que habrá que
conformarse con chatarra de segunda mano, como mi portátil de hace
unos años, que está para el arrastre, pero que al menos usa la BIOS
de toda la vida.
Pero... ¿Y si hubiera un
modo de instalar GNU/Linux en un ordenador de 2013, digamos un
ultrabook híbrido, fabricado por Microsoft para más inri? Si
quieren saber cómo logró Shemer Olufunmilayo derrotar a las fuerzas
del mal en su propio juego, no se pierdan la próxima entrega de este
blog, a la misma bat-hora, en el mismo bat-canal.
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