martes, 17 de diciembre de 2013

La revancha de los GNUvatos


Me regañó esta mañana una de las señoras decentes que leen este blog por llevar demasiado tiempo sin publicar nada. Así que aprovecharemos la ocasión para tratar un tema que nos interesa mucho a los linuxeros: ordenadores con GNU/Linux preinstalado.



Pensemos lo que pensemos de Mark Sutthleworth, el jefe de Canonical tenía más razón que un santo cuando dijo que Linux nunca sería un sistema operativo de masas mientras los consumidores no puedan ir a un centro comercial a comprar un PC que ya lo traiga de fábrica. Aunque su instalación se ha simplificado enormemente con los años (a menos que se empeñe usted en usar cosas como Linux From Scratch, pero estas distribuciones son tan arduas precisamente por estar destinadas a la formación de ingenieros de sistemas), sigue siendo necesario elegir entre varias versiones de Linux, descargar una imagen, grabarla en un CD o USB, meterse en la BIOS para cambiar el orden de arranque, crear una partición, instalar los códecs multimedia, etc. Por no hablar del infierno de la UEFI y el Secure Boot. Pero no adelantemos acontecimientos.
Aunque el amante del software libre sabe muy bien que “freedom is not free” y acepta estos sacrificios con resignación, la dura realidad es que el españolito de a pie, si tiene que elegir entre libertad y comodidad, elegirá siempre la comodidad. Y a poder ser, con colorines. ¡Vivan las caenas!
Pues bien, Shemer Olufunmilayo, después de varios años de búsqueda, por fin ha conseguido el Sable Touch, un “todo en uno” (sin torre ni nada, todo va integrado en el monitor), como ésos que los niños ponen perdidos con sus huellas dactilares en las tiendas Apple. (Hay una justicia en el cielo que está más allá de la de los hombres.) Y lo más importante, SIN UNA SOLA PIEZA DE SOFTWARE TIRANO. Ni Windows ni Mac. Un ordenador de lujo con GNU/Linux y nada más que GNU/Linux.
“No será para tanto”, comenta una lúcida lectora de este blog a través de su iPhone de última generación. Echemos un vistazo a los componentes del cacharro, por si logramos convencerla de que se pase al lado luminoso de la Fuerza.
Procesador: Intel Core de 4ª generación, i7-4770S, 3.1 GHz, 6 MB de caché, 4 núcleos con Hyperthreading.
RAM: 16 GB (2x8), Crucial Sport Dual Channel DDR3, 1600 MHz
Tarjeta Gráfica: Intel, HD Graphics 4600
Disco Duro: 2 SSD mSATA, de 240 y 480 GB. (Créanme, el silencio y la temperatura de los discos duros de estado sólido compensan sobradamente la menor capacidad.)
Fondo de Escritorio: Emily VanCamp. (Vale, esto se lo puse yo, más que nada para demostrar que me lo he comprado).


Pantalla: 21 pulgadas, 1920x1080, táctil.
Sí, han leído bien, pantalla táctil. En Linux. Y funciona perfectamente. No es que yo vaya a estar todo el día tocando los botoncicos, pero siempre hace ilusión restregarle este detalle al listo de turno que dijo que Linux nunca podría hacer estas cosas.


Lo que menos me gusta es que la distribución de GNU/Linux elegida sea Ubuntu 13.10; como bien sabrán los lectores habituales de este blog, Shemer Olufunmilayo prefiere Fedora y Puppy en cualquiera de sus variantes. Pero reconozco que Unity, el polémico entorno de escritorio desarrollado por Canonical, funciona muy bien en dispositivos táctiles. Y no tiene nada que ver con esa pesadilla de diseño que es Windows 8.
¿Y qué se puede hacer con esto? Lo que más rabia les dé. Yo estoy aprovechando la potencia de sus cuatro núcleos para pasar al disco duro mi colección de DVD en un santiamén. Pero si les apetece echar una partida de Half Life a través de internet con el cliente de Steam, antes incluso de que Valve saque su nueva y genial consola basada en Linux... Pues también se puede. Y muchas cosas más. Ya les iré contando.
No todo es de color de rosa. Aunque el ordenador en sí no es caro (para ser de gama alta), los gastos de envío desde Estados Unidos son prohibitivos. Y de los impuestos en la aduana, mejor no hablar. Un atraco a mano armada. Pero... ¿Y lo a gusto que se queda uno sabiendo que los sinvergüenzas de Cupertino y Palo Alto no han sobado ni uno solo de los componentes de esta máquina maravillosa?
“Todo eso está muy bien, pero yo no puedo permitirme esos dispendios”, protesta y con razón el lector idealista pero sin posibles. Por desgracia, la gran mayoría de linuxeros no tendrán más remedio que seguir comprando ordenadores con windows o mac de fábrica. Lo que no sólo encarece el producto la friolera de trescientos o cuatrocientos euros, sino que (debido a la diabólica UEFI y el timo del Secure Boot), no hay manera de instalar el sistema operativo que queramos en máquinas recientes (cualquiera que lleve Windows 8). Así que habrá que conformarse con chatarra de segunda mano, como mi portátil de hace unos años, que está para el arrastre, pero que al menos usa la BIOS de toda la vida.
Pero... ¿Y si hubiera un modo de instalar GNU/Linux en un ordenador de 2013, digamos un ultrabook híbrido, fabricado por Microsoft para más inri? Si quieren saber cómo logró Shemer Olufunmilayo derrotar a las fuerzas del mal en su propio juego, no se pierdan la próxima entrega de este blog, a la misma bat-hora, en el mismo bat-canal.

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