Por culpa de su trabajo, Shemer Olufunmilayo no tiene más remedio que leer todos los días el Boletín Oficial del Estado, que es como un libro de Dan Brown: soporífero y plagado de errores.
Claro que, al lado de los diarios oficiales de las comunidades autónomas, El Código Da Vinci parece una obra de Shakespeare.
No hay prueba más nítida de la gravedad del referéndum secesionista que la nula repercusión de las demás leyes que en los últimos días han salido del parlamento catalán.
El 2 de octubre de 2014, con los votos a favor de CiU, PSC, ERC, ICV-EUiA y CUP, salió adelante la (no sé si lograré decirlo de un tirón) Ley de derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales y para la erradicación de la homofobia, la lesbofobia y la transfobia.
Claro que, al lado de los diarios oficiales de las comunidades autónomas, El Código Da Vinci parece una obra de Shakespeare.
No hay prueba más nítida de la gravedad del referéndum secesionista que la nula repercusión de las demás leyes que en los últimos días han salido del parlamento catalán.
El 2 de octubre de 2014, con los votos a favor de CiU, PSC, ERC, ICV-EUiA y CUP, salió adelante la (no sé si lograré decirlo de un tirón) Ley de derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales y para la erradicación de la homofobia, la lesbofobia y la transfobia.
Una vez más, los pobres hermafroditas se quedan fuera.
Maguila NO está contento.
(Referencia inevitable a Everwood.)
Maguila NO está contento.
(Referencia inevitable a Everwood.)
Al margen de su alambicado nombre, lo que más me llamó la atención de esta ley fue la inversión de la carga de la prueba. Al principio, quise creer que se trataba de una confusión por mi parte, pero no: hasta sus autores destacan, como una de las principales novedades de esta norma, que "ahora, en un posible caso de discriminación por razón de orientación sexual, corresponde a la parte demandada demostrar que no ha discriminado."
Sí, han leído bien: en Cataluña no existe la presunción de inocencia.
Ignoro si este retroceso de doscientos años en nuestras libertades es fruto de esa nostalgia por el Antiguo Régimen que caracteriza al nacionalismo. Con lo bien que vivíamos en tiempos de la Santa Inquisición, esos malditos liberales de las Cortes de Cádiz no sólo se atrevieron a proclamar la igualdad ante la ley de todos los españoles, sino que tuvieron la desfachatez de afirmar que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
La presunción de inocencia es la prueba del nueve del Estado de Derecho. Podemos hablar de democracia y derechos humanos hasta quedarnos afónicos, pero si alguien tiene que demostrar su inocencia cuando es acusado de un delito, estaremos en el mismo grupo que otros faros de la civilización como Irán o Corea del Norte.
La presunción de inocencia no existe, como muchos creen, para proteger a los delincuentes, sino a personas como usted (suponiendo que no sea usted Charles Manson). ¿Pueden las señoras decentes que leen este blog (valga la redundancia) probar que no han robado, matado o mentido en toda su vida?
No, no pueden. Por eso se llama probatio diabolica. Y por eso todos los regímenes totalitarios recurren a ella cuando han de condenar a los disidentes.
Pero lo más triste de la presunción de culpabilidad es lo que revela de la psicología del poder.
En Derecho, las presunciones son una dispensa de prueba basada en un juicio de probabilidad. Así, el Código Civil presume que los hijos nacidos durante el matrimonio son legítimos salvo prueba en contrario.
Por supuesto que el legislador sabe que hay hijos extramatrimoniales. Pero también sabe que, en la gran mayoría de los casos, las mujeres son fieles a sus maridos. Y por eso, incluso en una sociedad tan machista como la de 1889, la ley prefirió confiar en la mujer antes que en los celos e inseguridades de su esposo.
Si lo que presumimos es la culpabilidad, estamos dando por sentado que todos somos criminales, reduciéndose la duda a cuál es el delito que hemos cometido. Lo que siempre olvidan quienes promulgan las leyes que recogen tal presunción es que también les afecta a ellos.
Cuando los regímenes totalitarios, al dar por sentado que todos somos delincuentes, no ya en potencia sino en acto, estén confesando la opinión que tienen de ellos mismos.
Es verdad que la lucha contra la discriminación da lugar a situaciones chocantes, como
Cuando los regímenes totalitarios, al dar por sentado que todos somos delincuentes, no ya en potencia sino en acto, estén confesando la opinión que tienen de ellos mismos.
Es verdad que la lucha contra la discriminación da lugar a situaciones chocantes, como
Reconozco que no tengo muy buena opinión de Mas, Pujol, Junqueras y demás fauna autóctona. Pero me cuesta creer que todos ellos odien a los homosexuales y no tengan otra cosa en la cabeza que hacerles la vida imposible.
Y sin embargo, eso es justamente lo que han votado. En Cataluña, por ley, se presume que todos, empezando por sus representantes políticos, odian en secreto a los gays mientras no se demuestre lo contrario.
Para entender lo ridícula que es esta presunción, sepan que la ley da por sentado que incluso los gays discriminan a los gays, salvo prueba en contrario. Supongo que esto lo dicen por aquel bar gay donde prohibieron la entrada a un travestido porque iba vestido como una loca.
Es verdad que ese bar estaba en Colorado y no en Sitges. Pero como todos ustedes saben, Everwood también está en Colorado.
Teófilo Hurtado Navarro.
Para entender lo ridícula que es esta presunción, sepan que la ley da por sentado que incluso los gays discriminan a los gays, salvo prueba en contrario. Supongo que esto lo dicen por aquel bar gay donde prohibieron la entrada a un travestido porque iba vestido como una loca.
Es verdad que ese bar estaba en Colorado y no en Sitges. Pero como todos ustedes saben, Everwood también está en Colorado.
Teófilo Hurtado Navarro.
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