viernes, 21 de junio de 2013

Anime del Día: Hay que matar al tío de la gaita

A la vejez, viruelas. Con treinta años de retraso, pero han sacado Candy, Candy en DVD. Con un poco de suerte, podré comprar Raqueta de Oro antes de jubilarme.


Ustedes son demasiado jóvenes para acordarse, pero hubo un tiempo en que la segunda cadena se llamaba UHF y había que ajustar los canales con una especie de destornillador cuando fallaba la aitana. Cosa que sucedía a menudo.

En aquella era tenebrosa de ignorancia y superstición, la programación infantil carecía del riguroso control pedagógico que hoy vela por la ortodoxia política de los futuros votantes cada vez que se zampan los Lunnis, Águila Roja o Dora la Exploradora.

Los niños de entonces nos limitábamos a ver cualquier cosa autorizada para todos los públicos según el Teleprograma. El pequeño Shemer Olufunmilayo explotó sistemáticamente esta laguna legal para ver Jazz Entre Amigos a horas intempestivas, lo que tal vez explique muchas cosas sobre él. Muchas más cosas de las que pueden imaginar.

Me gustaría acabar aquí el artículo de hoy y darles la impresión de que era un niño culto y sofisticado, pero los que me conocen saben que eso es absurdo. Razón por la cual les confesaré que me limitaba a tragarme, igual que ahora, todo lo que se pusiera a mi alcance, desde programas de divulgación científica como Tres Dos Uno Contacto hasta apologías del consumo de sustancias estupefacientes como El Planeta Imaginario, pasando por Candy, Candy.

Admito que en esto último tuvo algo que ver mi debilidad por los dibujos animados japoneses. Tengan en cuenta que los orgullosos poseedores de un beta teníamos una selección un tanto limitada en el videoclub, por lo que rara era la semana que no alquilábamos Bolek y Lolek, que ganaron no sé cuántos premios en los festivales del bloque soviético. Así que cuando llegaba algo de anime, aunque fuera tan infumable como Astrogangar, ahí estaba yo, haciendo guardia bajo los luceros para llevarme el casete antes que nadie.

Hoy en día, no se puede teclear una palabra en el buscador sin que salgan doscientas páginas de hentai, pero en aquellos años, la llegada de una serie japonesa a nuestras latitudes era todo un acontecimiento, seguido con interés aun por chavales en un sector demográfico diametralmente opuesto al esperado.

Esto no significa que la serie me gustara. Hasta alguien tan obtuso como yo se daba cuenta de que Candy, Candy era un shojo (manga o anime para chicas), que nada tenía que ver con mi género favorito desde siempre, los robots gigantes. Pero como ya habrán notado por otras entradas, me gusta inventarme mis propias películas mientras veo una, así que no perdía la esperanza de que, en el próximo capítulo, apareciera un mecha que matase con su cañón atómico a Candy y el de la gaita. O de un pisotón, por lo menos.

Mi deseo se cumplió, al menos en parte, porque el de la gaita se muere. Vaya si se muere. De hecho, los novios de Candy caen como moscas. Después de Jessica Fletcher, debe de ser el personaje televisivo más cenizo de todos los tiempos.

Creo que los guionistas se vieron obligados a ello no sólo por los clásicos giros argumentales de todo folletín que se precie, sino porque Candy es una niña (huérfana, por supuesto) y sus amores son adolescentes o incluso adultos. Y como estamos en los 80 (aunque la serie es de los 70), el Código Penal de la Democracia aún no había despenalizado el estupro. Era una época mucho más atrasada, como ya he dicho.

Pero Shemer Olufunmilayo es un nostálgico incurable, y cuando vi el DVD con 40 capítulos, no me lo pensé dos veces y lo compré, aunque sabía que me llevaría un disgusto. Huelga decir que no me equivoqué.

El DVD español es una versión más bien chapucera del máster francés que salió hace unos años, con ese Candy Candy (sin coma) pegado por ordenador al principio de cada episodio. No le di mucha importancia; lo raro sería restaurar la imagen en alta definición, y tampoco vamos a pedir peras al olmo.

Lo que sí me irritó es que el doblaje clásico fuera sustituido por uno en castellano neutro o español internacional. O como se dice ahora en los comentarios del youtube, en latino. No sé si esto se debe a que se ha perdido la pista de doblaje original o la distribuidora pretende exportar más fácilmente el DVD al mercado hispanoamericano.

Tampoco quise enfadarme por esto; después de todo, para eso está el audio en japonés. Así que seleccioné la pista de la versión original... Y debí de quedarme loco, ciego y sordomudo (referencia inevitable al FC Barcelona), porque no oía nada. A estas alturas, publicar una serie de anime en España sin incluir el doblaje japonés es una tomadura de pelo a los otaku. Especialmente, a los que todavía nos gastamos los cuartos en tan ingrata y cara afición.

Pero no perdamos la calma. Le quitaremos el sonido y leeremos los subtítulos. Si no en japonés, por lo menos en español. ¡Vaya! Hoy no es mi día. No hay subtítulos de ninguna clase. Supongo que lo habrán hecho para abaratar costes. Y total, si no se incluye el audio japonés, ¿para qué incluir subtítulos?

Qué sé yo... ¿Para las niñas sordas?

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