Hace cosa de un año, mi fiel Amstrad CPC 6128 falleció en acto de servicio a consecuencia de un accidente doméstico de la matriarca de la tribu Olufunmilayo. Afortunadamente, ella salió ilesa del trastazo, pero se llevó por delante una parte de mi infancia. En una época de obsolescencia programada como la nuestra, cuesta creer que un ordenador siguiera funcionando como el primer día al cabo de veinte años, pero así era. Adiós a todos esos juegos gloriosos como Pirates, Dustin, Navy Moves o Budokan.
Por no hablar de las carátulas de Azpiri y Luis Royo, pero eso se considera Ciencia de la P, así que no puedo poner sus fotos, que luego me riñen las lectoras porque este blog está lleno de indecencias.
Para consolarme, tonteo desde hace unos meses con el GIMP para recrear la paleta de colores del CPC, posiblemente la más versátil de la generación de 8 bits.
GIMP son las siglas de GNU Image Manipulation Toolkit, un programa de retoque fotográfico creado por la comunidad de software libre como alternativa al famoso Photoshop. Aunque es una herramienta nativa de Linux, existen versiones para otros sistemas operativos, incluyendo Windows. Así que ya no tienen excusa para seguir pirateando esos infames programas que no suministran su código fuente ni permiten corregirlo o mejorarlo.
Para hacerse una idea de las capacidades de GIMP, aquí tienen un ejemplo de fotografía retocada para darle el aspecto que tendría si se hubiera hecho con un Amstrad CPC.
Si quieren comparar el resultado con la foto original, la pueden encontrar aquí. Ni que decir tiene que la auténtica, hecha con una cámara de alta definición, es mucho más bonita, pero recuerden que los pioneros de los 8 bits hacían estos gráficos a pelo, dibujando píxel a píxel, cosa que tiene mucho más mérito que mi pequeño experimento.
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