Uno de los argumentos más utilizados contra GNU/Linux es que hace falta ser ingeniero informático para manejar este sistema operativo. Pero Shemer Olufunmilayo es de letras y lleva años trabajando exclusivamente con él, así que tan difícil no puede ser.
Para atemorizar a los que todavía no se han atrevido a dar el paso, las fuerzas del mal aseguran que Linux es un sistema obsoleto sin capacidades multimedia, donde todo tiene que hacerse tecleando porque no existe nada parecido a una interfaz gráfica. El siguiente pantallazo es de mi ordenador hace cinco minutos. Ahí lo tienen, una cosa primitiva donde no se pueden ver películas ni oír discos.
Pero hay algo de verdad en todas estos embustes. La terminal, la línea de comandos, la shell o la CLI (command line interface), como ustedes prefieran, es una de las herramientas más poderosas de Linux. Los más viejos del lugar recordarán que Windows tenía algo parecido en su MS-DOS, y todavía pulula por ahí, me dicen, pero escondido, como ese pariente jorobado y feo del que nadie quiere hablar.
En GNU/Linux, por el contrario, nos sentimos orgullosos de la línea de comandos. Aunque un lego en informática puede usar Linux durante años sin teclear ni una sola instrucción en la terminal, lo normal es que al usuario con una pizca de curiosidad intelectual le termine picando el gusanillo al cabo de varios meses o incluso semanas y pruebe a ver si es verdad eso que dicen de que todo es mejor si se hace desde la shell de bash.
Y créanme, lo es. Cuando somos pequeños, nos limitamos a mirar las ilustraciones de los libros. Al hacernos mayores, aprendemos a leer y escribir (a menos que sea usted una Sydney Bristow y supiera leer desde los dos años, pero eso es otra historia).
Hoy en día, muchos sistemas operativos fomentan el analfabetismo de los usuarios. Una cosa es hacerles la vida más cómoda (me gustaría dármelas de listo diciendo que uso vim como editor de textos, pero redacto estas entradas con gedit) y otra lavarles el cerebro con colorines.
Llegados a este punto, muchos blogs de Linux empiezan a soltar parrafadas sobre lo fácil que es usar la línea de comandos, que hacer un script es sencillísimo y que cualquiera puede configurar la red desde la terminal en dos tardes.
Tampoco es eso. Como cualquier otra cosa, dominar la línea de comandos lleva su tiempo. Por eso pensé que sería buena idea, en lugar de las clases típicas que se dan en estos casos, enseñarles una de las instrucciones más divertidas de Linux: el comando cal.
Cal es la abreviatura de calendario (bueno, de calendar, si se empeñan). Si abrimos una terminal (xterm, konsole o como se llame en su distribución), sólo tenemos que teclear cal, pulsar intro y...
Ahí lo tienen, el mes actual con el día de hoy resaltado.
"Pues tampoco es para tanto", dirán ustedes. "Yo tengo una app en mi iPad que hace lo mismo y es más bonita."
Un poco de paciencia. Lo interesante de cal son las opciones. Supongamos que queremos mostrar el mes con el domingo como primer día de la semana, al estilo de los calendarios anglosajones (como ése de Gillian Anderson que se compraron cuando estuvieron en Londres). Ahora tecleamos (fíjense en el guión):
cal -s
Y tenemos el mes en formato gibraltareño. Es posible que su distribución (por ejemplo, Saluki Linux) muestre este comportamiento por defecto. Como no vamos a ponernos ahora a modificar los archivos de configuración de su sistema, si se da el caso, lo único que hay que hacer es teclear
cal -m
Y la semana empezará en lunes. (Por si no lo han deducido, -s significa sunday, y -m significa monday.)
Sigamos jugando. Supongamos que es usted socialista y necesita desesperadamente saber en qué día de la semana nació Felipe González. Nada más fácil. Puesto que su fecha de nacimiento fue el 5 de Marzo de 1942, tecleamos el día, mes y año:
cal 5 3 1942
Por consiguiente, el antiguo presidente del gobierno nació en jueves.
Ya que hoy nos hemos levantado socialistas, vamos a recordar los fastos del 92 con un calendario completo de ese año. Si escribimos:
cal 1992
Nos saldrá este bonito calendario para marcar fechas tan señaladas como las Olimpiadas, la Expo, el Quinto Centenario, Filesa, Malesa y Time Export.
Y si quiere usted regalarle a alguien uno de estos calendarios (Shemer Olufunmilayo, siempre rascándose el bolsillo), pruebe lo siguiente:
¡Un momento! Nos ha vuelto a salir el prompt sin que aparezca nada en la pantalla. ¿Dónde está el calendario? Tranquilos. Lo que hemos hecho ha sido crear un archivo de texto con el nombre calendario.txt. Si lo abrimos con un editor de textos (en mi caso gedit, pero puede ser leafpad, kate o cualquier otro), ya podemos presumir de haber hecho nuestro primer almanaque en Linux:
Como ven, la terminal, la línea de comandos o como quieran llamarla no tiene nada de esotérico. Y nos lo podemos pasar muy bien jugando con ella. La pena es que cal no tiene ningún parámetro que le permita incluir pin-ups. Para eso, tendremos que usar LibreOffice...
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