sábado, 8 de junio de 2013

Tebeo del Día: La Gárgola

Una de las razones por las que siempre he sido más de Marvel que de DC es que hasta los personajes menos conocidos de la Casa de las Ideas tienen una historia compleja e intrigante que contar. La otra razón es que todos son tan feos y acomplejados como yo. Ambas condiciones se cumplen en la Gárgola, un superhéroe de segunda fila que lleva zascandileando por el universo Marvel desde 1981, como miembro de los Defensores.



Aunque su aspecto esté claramente inspirado en el Etrigán de DC, el origen de nuestro personaje del día no tiene nada que ver con el demonio creado por Jack Kirby. El verdadero nombre de la Gárgola es Isaac Christians, un alcalde que vende su alma al diablo Avarrish para salvar su pequeño pueblo de la ruina. Así, así, así se reduce el déficit de los ayuntamientos.

Su nuevo y grotesco cuerpo de piedra anaranjada es casi indestructible, puede volar y absorber la fuerza vital de sus víctimas, así como descargar la que haya acumulado como llamaradas infernales. Al principio, podía revertir a su forma humana, pero cuando traicionó a Avarrish para ayudar a los Defensores, su antiguo amo lo castigó atrapándolo para siempre en su cuerpo demoníaco.

Isaac vivió muchas aventuras en compañía de los Defensores, pero hasta 1985 Jean Marc DeMatteis, el creador del personaje, no se decidió a contarnos el pasado de Isaac antes de convertirse en esa criatura repulsiva, dedicándole su propia miniserie de cuatro episodios.

En España, tuvimos la mala suerte de que Planeta la publicara como cuadernillo central de ocho páginas dentro de otro tebeo. (Al menos, sólo había que quitar las grapas para coleccionarlo; durante muchos años, esta editorial imprimió las historias de complemento en las páginas finales del cuadernillo, teniendo que hacer auténticas carnicerías con sus ejemplares para juntar cada episodio.) Aun así, reconozco que no es un tebeo precisamente comercial, por lo que probablemente no la habríamos disfrutado en nuestro país de no recurrir a este sistema.

Aunque ya se había dado a entender en sus apariciones en los Defensores, ahora se confirma que Isaac es viejo, muy viejo. Nació a principios del siglo XX, en la pequeña localidad de Christiansboro, la misma que le costaría el alma y la humanidad al cabo de varias décadas.

Siendo niño, Isaac se hizo amigo del intrépido Buster Henderson y la deslumbrante Elaine Willoughby. Los tres eran inseparables, pero con el paso de los años, Isaac, el más joven de la pandilla, empezó a albergar un profundo resentimiento en su corazón, al comprender que Elaine nunca lo vería con los mismos ojos con que miraba a Buster.


Llegó la I Guerra Mundial y Buster fue llamado a filas. Isaac, obsesionado con demostrar su valía a Elaine, mintió sobre su edad para alistarse en el mismo batallón. En el infierno de las trincheras, Buster se convierte en el héroe que estaba destinado a ser, como bien sabían todas las niñas de Christiansboro, empezando por la señorita Willoughby.

Pero el recluta Buster Henderson nunca volvió a casa. Fue uno de los millones de víctimas de la guerra que acabaría con todas las guerras.

Y si Isaac pensaba que la muerte de su mejor amigo y mayor rival le brindaría la ocasión de ofrecer a Elaine un hombro donde llorar, estaba muy equivocado. Destrozada por la pérdida del hombre a quien entregó su corazón, la joven se marchó de Christiansboro y le guardó el luto toda su vida.

Hundido, Isaac trata de olvidar a Elaine. Y como suele ocurrir en estos casos, buscando el amor en el peor sitio posible. Concretamente, en ese país imaginario llamado Francia. Allí conoce a Germaine, una mujer bellísima que es el vivo retrato de la señorita Willoughby, salvo por un pequeño detalle. Si el amor de su vida era una dama bondadosa, culta y recatada, su "gemela" es una prostituta ambiciosa y cruel que se recrea en las miserias de sus pretendientes.

Empujado por el miedo a la soledad, más que por el deseo carnal, Isaac se mete de cabeza en una espiral degradante que parece sacada de una novela de Henry Miller, aunque recordamos a las lectoras decentes que estamos hablando en todo momento de un tebeo destinado al público infantil, por lo que la Ciencia de la P brilla por su ausencia en los dibujos de Mark Badger (lo que hace que sus insinuaciones sean mucho más perturbadoras).


Tras sacarle todo el dinero que podía, Germaine abandona a su necio y amargado amante, que regresa a su hogar más viejo y quizá un poco más sabio. Pasa las siguientes décadas recluido en su casa, observando desde lejos a Elaine, sin que sus sentimientos por ella hayan menguado, aunque sabe que su amor nunca será correspondido.

Y con la muerte de la anciana Elaine comienza la serie propiamente dicha. Sin poder asistir siquiera a su entierro por culpa de su forma demoníaca, Isaac debe librar ahora la batalla más importante de su vida, haciendo las paces con los fantasmas del pasado.

No les quiero desvelar el final, por si algún día tienen la suerte de leer esta magnífica historia, pero sepan que La Gárgola no sólo es un retrato conmovedor de las miserias humanas, sino también del poder redentor de la fe. Porque Isaac, como buen superhéroe de la Marvel, es católico, apostólico y romano.

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